El filme, que ya ganó cuatro Globos de Oro, se perfila como fuerte candidato para los Oscars de este año. Martin McDonagh, director conocido por ‘In Bruges’ (2008), nos presenta en ‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri’ (Tres Anuncios Por Un Crimen) una obra maestra donde repite elementos conocidos: un pueblo, un acontecimiento siniestro y violencia.
Esta nueva cinta que huele a western -aunque no lo contamos como tal- nos traslada al poblado ficticio de Ebbing, Misouri, donde el racismo y las situaciones desconcertantes están a la orden del día. En este drama pueblerino conocemos a Mildred Hayes (Frances McDormand), una madre trabajadora que decide tomar medidas drásticas cuando, a 7 meses de la violación y asesinato de su hija, la investigación policial no avanza para ningún lado. Es aquí cuando decide tomar las riendas de ello, por lo que decide contratar los servicios publicitarios de Red Welby y colocar un mensaje en tres vallas ubicadas en las afueras del pueblo. Estos anuncios, muy directos, y a pesar de estar en una ubicación muy poco transitada, logran llamar la atención de los medios de comunicación locales y del jefe de policía más querido del pueblo, William Willoughby (Woody Harrelson).
El accionar de Mildred es el desencadenante del “infierno grande” del relato. La policía se pone en alerta y el oficial Dixon (Sam Rockwell), todo un hijo de mamá, demasiado inmaduro y extremadamente racista, se lo toma personal. Cuando ella se rehúsa a quitar los anuncios y habla pestes de Willoughby es cuando todo el pueblo cae en una espiral de violencia absurda que divide a la población en bandos, aunque la verdad es que todos parecen odiar a Mildred, o casi todos.
Tal vez Hollywood nos haya repetido una y otra vez que el enojo nos convierte en lo peor, pero en este caso es una cualidad necesaria. El personaje de McDormand sabe que tiene el derecho a estarlo porque la vida es injusta, pero cuando la injusticia llega por culpa de un tercero es cuando con mayor razón está en la obligación de levantarse y hacer algo al respecto. Aquí es cuando la película no encaja con las opiniones generales de los seres humanos, puesto que las mujeres “no deberían” mostrar su enojo de esta forma, pero a ella no le importa nada, porque si es de tratar todo a la patada para hacerse respetar lo hace sin pensar en qué podrían decir de ella, y a eso agregar el hecho de que su interpretación es tan emocionante que hace que el espectador la vitoree, basta y sobra como indicador de lo excepcional que es.
El filme tiene una precisión única en su narrativa, no pierde el tiempo dando vueltas innecesarias ni se gasta en detalles que no aportan. También gira de forma incansable entre el drama y la comedia punzante que se maneja; esta película permite a sus actores sacar su lado histriónico. McDonagh se consiguió un excelente elenco que eleva su producto a altísima calidad. Hay mucho humor negro, muchas emociones contenidas y vueltas de tuerca. En este sentido el guión de McDonagh logra hacernos reír de lo atroz, de esas ocasiones en las que sabes que no debes reír de situaciones de determinado calibre, pero es inevitable; no se guarda nada y nos ubica en la cruel realidad sin anestesia alguna, dejando abiertas unas cuantas ideas –en el buen sentido- para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Los diálogos están llenos de un sadismo que recuerda a los hermanos Coen, a veces son demasiado brillantes y nos empujan a adentrarnos en la complejidad de los seres humanos que habitan en este pueblo. Sus decisiones morales -con traumas y malos recuerdos- evolucionan a la trama, llevándola de la sensibilidad a la crueldad y del cinismo a la compasión y de la compasión a la destrucción. En general es un producto que se siente muy natural a pesar de tanto caos. Mención especial a la música de Carter Burwell y la fotografía de Ben Davis nos sumergen por completo en los paisajes que parecen salidos del Medio Oeste.
Es toda una audacia contar un relato de la magnitud de ‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri‘ estando en pleno auge de los -eternos- debates sobre lo que es o no políticamente correcto, pero Martin McDonagh demuestra jerarquía narrativa y hace de esta, su historia, una obra llena de maestría, muy digna de llevarse todos los Oscars.