Hace algunos años pasé por este dilema y sé que quizás a uno o dos les sirva mi experiencia para tomar una decisión que los ayude no sólo en su vida laboral sino en su estilo de vida como tal.
Con el paso de los años te das cuenta que realmente son pocos los que aman su trabajo y que de verdad están convencidos de que lo que hacen está bien. A mí me sucedía. La única razón por la que trabajaba en relación de dependencia es porque esperaba quincena y fin de mes para pagar mis cuentas. Y llegas a un momento en tu vida en que te preguntas ¿Realmente esto es lo que quiero hacer de mi vida?, ¿Aporta?, ¿Soy feliz con lo que hago?,
Una vez alguien me dijo que no se trabaja para ser feliz, se trabaja porque hay que hacerlo. Y más que eso -y lo más grave- es que se trabaja sólo para pagar cuentas. Si te pones a pensar sobre esto es ilógico. La mayoría ha estudiado una carrera porque le apasiona.
Si estás en este punto de tu vida, no estás solo. Alguien ya pasó por ello y tomó una decisión, así que mi meta es que este artículo te ayude a darte cuenta, a que te conectes con tu ser interior y te preocupes hacia donde está yendo tu vida.
Así que sin más, te doy cinco señales de que es momento de que te plantees qué hacer laboralmente, lo reflexiones y veas si te conviene o no el lugar donde estás. Si te sientes identificado con tres o más, conoces la respuesta, aunque no la digas en voz alta.
1. Nadie le presta atención a tus ideas o, peor, se burlan de ellas
Negarlo es inútil: Todo el mundo tiene ideas y ama que sus ideas sean tomadas en cuenta e implementadas. La sensación de que contribuyes a que algo crezca es muy motivadora, pero cuando tu jefe o incluso la empresa no te presta atención o se burlan de ti porque «no se puede hacer diferente». Ya está, es hora de huir.
Si no lo haces, muy pronto dejarás de preocuparte, te bloquearás. Y cuando eso suceda, dejará de importarte. La vida es muy corta para que no te importe algo que haces a diario.
2. Eres humillado en público
Todos necesitamos que nos den retroalimentación sobre lo que hacemos, saber si lo hacemos bien o mal, que nos den ideas para crecer laboralmente. Pero necesitamos que nos lo digan en privado.
No permitas que nadie te critique o te humille delante de otras personas. No te lo mereces. No importa que tan sensible te parezca, si te incomoda, si te molesta, es tu postura y no está mal que lo reconozcas.
Los problemas empiezan cuando comienzas a callarte lo que te molesta por temor a ser criticado y soportas que te traten mal porque «hay que ser profesional y escuchar criticas» aún si estas son delante de todo tu equipo de trabajo, al que ves más que a tu propia familia.
3. Sientes que no tienes un propósito
Tienes «el mejor trabajo del mundo» con «el mejor ambiente laboral». Y todos los días es lo mismo: sientes que trabajas muchísimo… pero no logras nada.
Y no tiene nada que ver con la ambición por cumplir tus metas. Todos tenemos metas, pero a veces nos estancamos porque no las ponemos en primer lugar. Tenemos que entender que la empresa tiene sus metas, pero cuando sales de ella, sigues siendo la misma persona y no hay nada peor que sientas que has dado todo y al final no recibiste nada más que dinero… y a veces ni siquiera fue suficiente.
4. No te sientes emocionado de ir al trabajo
No te confundas: Todo trabajo tiene sus desventajas. Estoy segura de que hasta Mark Zuckerberg odia ir a la oficina ciertos días y eso que es uno de los hombres más ricos del mundo.
Sin embargo, cada trabajo tiene momentos divertidos o al menos emocionantes. Desafíos que quieres cumplir o algo que te haga pensar: «Ya quiero llegar al trabajo para hacer eso».
Si no tienes nada de eso, créeme, estás desperdiciando tu tiempo por dinero que, insisto, a veces ni siquiera es suficiente para todo lo que haces.
5. No sientes que tengas un futuro en esa empresa
Hay un ejercicio bastante fácil para saber si esta señal se cumple. Pregúntate a ti mismo: ¿Realmente quiero hacer esto los siguientes cinco años?, ¿Los siguientes 10?, ¿Los siguientes 20 años?
Hay gente que dura en su trabajo muchísimos años… ¿Nos queremos jubilar sin probar nuevas experiencias?, ¿Un nuevo grupo de trabajo?, ¿Un nuevo jefe que te haga crecer? Piénsalo.
Para finalizar quiero aclarar que este artículo fue hecho luego de una reflexión personal sobre mis 10 años trabajando en relación de dependencia. Cada trabajo es una experiencia, pero nada justifica no ser feliz o sentirte complacido con lo que haces.
El trabajo que realizas para ti mismo sólo está limitado por tu talento, perseverancia, impulso y creatividad. Recuerda, el dinero no lo es todo, hay cosas más importantes como el tiempo de calidad con tu familia, tus amigos o la gente que te quiere.
La vida es demasiado corta para que tu futuro financiero sea determinado por otras personas. Salir y descubrir lo que realmente vale la pena -tanto financieramente como emocionalmente- puede marcar una gran diferencia en tu vida.