El 21 de abril el mundo recibió una terrible noticia: la pérdida de Prince, considerado por muchos uno de los más grandes exponentes musicales de la historia. Y aunque su muerte nos dolió como fanáticos del arte, es parte de un año terriblemente doloroso para aquellos que se precien fanáticos de la música.
Antes de Prince estuvo George Martin, el quinto beatle al que lloramos recientemente por su partida; Maurice White, líder de la agrupación Earth, Wind & Fire; Glenn Frey, miembro fundador de The Eagles; Natalie Cole, icono del jazz e hija del legendario Nat «King» Cole; Frank Sinatra Jr., hijo del recordado Frank Sinatra y, finalmente, la leyenda David Bowie. Esto sólo por citar algunos nombres de todos los fallecidos musicales que partieron de este mundo en el 2016.
¿Por qué se siente tan personal?
Siempre he leído en Twitter que muchos se quejan porque «lloramos» a los muertos famosos, atribuyendo este hecho a «novelería» o «ganas de llamar la atención.
A su manera, los fanáticos recuerdan a los ídolos que han perdido realizando homenajes, re-escuchando sus canciones/álbumes favoritos o viendo presentaciones recientes.
Investigando un poco, Huffington Post dio con la respuesta. Estas muertes se sienten tan cercanas ya que muchos consideran a aquel artista como un familiar lejano que ha muerto, así lo reveló el psicólogo David Kaplan.
“Crecemos con ellos. Vamos a ver sus películas, escuchamos sus canciones y realmente llegamos a conocerlos de una u otra manera. Se vuelven un miembro de nuestra familia. Entonces, cuando alguna celebridad de nuestro agrado muera, es como si sintiéramos que estamos perdidos”
Recordemos que el primer paso para la recuperación es la aceptación, con el tiempo las heridas se curan. Y más vale que sea así… porque recién estamos cerrando abril y todo puede pasar.