El domingo ya no será nunca más un día aburrido, al menos mientras ‘El Festivalito’ siga manteniendo sus ediciones el último día de la semana, dos veces al año este 2015.

Su segunda edición -y muy esperada- contó con un cartel más ambicioso, ecléctico y colorido. Cierta escena de la ciudad ha esperado ansiosamente por este tipo de contenidos y parece que ‘El Festivalito’ llegó para quedarse. Caras bonitas, niños bien, pantaloncitos femeninos, ropa de colores, hípsters, punks, noveleros, surfers, skaters, gafas de colores, entre otros; todo se mezcló con el atardecer y el ambiente juvenil lleno de buen trip.
Llegué tarde para ver a Boards, pero me dijeron que estuvo cool a pesar de que tuvieron que luchar contra el sonido («el que abre paga piso», dice la jerga de los músicos entendidos); tampoco pude ver a Paola Navarrete, quien acaba de estrenar su disco “Ficción” y regresaba a las tablas de su natal Guayaquil para presentar su nuevo trabajo, pero David Morejón de The Mongols me dijo que estuvo increíble -increíble que un bajista de hardcore te diga que algo que no es hardcore es increíble-, nada mal para abrir el festival.

Entré al recinto justo cuando estaba tocando Macho Muchacho y el lugar estaba más que lleno, el escenario se veía súper bien y el cielo se estaba poniendo obscuro al mismo tiempo que las luces apuntaban al baterista (Alejandro Auz), que partía los cuatro cuerpos del instrumento y aunque es el nuevo de la banda, llegó para engordar el show de los muchachos que muy machos saltaban de un tiempo a otro con sus aparatos del futuro para sorprender con locos cambios impredecibles y métricamente post apocalípticos a la vez que bajo el escenario, atónitos intentaban cabecear el ritmo de “Fugados” sin atinar ni una. Macho Muchacho es, pero por favor… ¡¡Ya saquen un nuevo disco!!

Una pausa entre banda y banda daría la oportunidad para darse cuenta de que esta nueva escena no solo está formada por el hype propio de los seguidores de las bandas, sino también de otros elementos que hacen que esta experiencia tenga un verdadero ambiente a festival y no a otro concierto más. Carpas de ropa local, pines, discos, camisetas, carpas de comida vegetariana, cámaras de fotos, sombreros de colores, promotores, músicos, bloggers, posers, entre otros. La fiesta estaba en la mitad.
La gente se volvería a aglomerar cerca del escenario lo que anunciaría el inicio de Mamá Soy Demente. Por fin esta banda tiene el reconocimiento que merece, 10 años después parecen concretar una lucha contra el ser interior, una lucha con ellos mismos, con el demonio que todos llevamos dentro y lograr que esta furia sea entendida por su público que cantando, gritando y empujándose de principio a fin, aplaudían el discurso de Jolgorio Vocal, quien al término de “Niño Goma” gritaría con voz áspera “Guayaquil es nuestra casa y todos ustedes están dementes”.
La banda, también liderada por El Ermitaño, sorprendió por la intervención de su nueva integrante, una diminuta y desconocida figura femenina ubicada al costado izquierdo de la tarima quien con su saxofón -probablemente del mismo tamaño que ella- reventaba el micrófono como que si no hubiese mañana. Momento climax del evento, confirmaba que a la gente de Guayaquil, si le hace falta moshear.

Desde Quito llegó Da Pawn, creando un aura de expectativa por su reciente lanzamiento audiovisual, ‘El Peón en el Obraje’, que contiene el sencillo ‘Ballenas de Ruido’. Con marcadas influencias de rock mexicano a lo Café Tacuba, Zoé y Erlend Oye, gustaron a muchos y arrullaron a otros. Vale recalcar la impecable ejecución de sus instrumentos en vivo, la producción de su estética sonora para el show y su puesta en escena, típico de una banda formada en el estudio y concentrada para los ensayos. Lindo.
Al finalizar el día, talvez muy tarde para un domingo, pero no tanto para los que esperaron, se pudo apreciar a Naranja Lázaro, que tiene una deuda con su público al mantener en pausa la publicación de su nuevo disco, buen show y buenas noches.
Solo queda esperar la nueva edición de ‘El Festivalito’.
Fotos cortesía de Ana María Gutierrez